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La siguiente visita fue 3 meses después – 6 meses habían pasado ya desde que estrecharon sus manos, el agricultor había escrito mensajes, enviado mensajes de voz, correos y más informando brevemente la marcha del proyecto.

- Los campos están listos y la suficiente cantidad de trabajadores preparados y empoderados - le había dicho en uno de sus mensajes; Se ha establecido la mejor forma de cuidar el suelo, sembrar, cultivar y cosechar optimizando los recursos y los resultados en la parcela de prueba son muy alentadores

Y había recibido contestaciones escuetas pero aparentemente positivas: bien, ok, de acuerdo, adelante, pronto iré… hasta que llegó súbitamente.

Ese día el hacendado estaba de mal humor, había tenido un mal día, llegó sin avisar y encontró primero al capataz así que, en su compañía recorrieron los campos.

- No hay plantaciones aún, murmuró

- Yo sí le dije jefe que no era necesario – contestó el capataz – si me hubiera dejado a mi ya estuvieran grandes las plantas y pronto estuviéramos cosechando.

En ese momento llegó el agricultor y el capataz se alejó.

- Debo hablar contigo – le dijo el hacendado con voz seria – ha pasado ya seis meses y aún no tenemos resultados, creo que esto no está funcionando, he invertido en ti, he confiado ciegamente y aún no se ven los resultados que te había pedido.

- Hemos hecho las cosas conforme a lo establecido – se defendió – solo esta forma nos llevará al sueño que habíamos definido en conjunto, todo está en el documento que te entregué y aunque sí hemos tenido algunos retrasos los tiempos se cumplirán, mira …,

- Lo siento – interrumpió el hacendado – creo que no nos entendimos, tu error fue, tal vez, no haber hecho aunque sea una parcela con resultados inmediatos, de haber sido ese el caso la situación pudo ser diferente.

- Si lo hubiera hecho los resultados no hubiesen sido los mismos, la gente no hubiese estado preparada como está ahora, la tierra no estaba lista para dar los mejores cultivos y los insectos que de esa parcela salían hubieran afectado a todos lo demás cultivos y además …

- Tal vez, pero creo que fue ya demasiado tiempo, lo siento, lo mejor será separarnos – dijo el hacendado y aún añadió: Creo que eres un gran profesional, una gran persona, pero no entendiste lo que yo necesitaba. En fin, ojalá te vaya bien en la vida, adiós.

Se separaron y el hacendad llamó al capataz

- Hazte cargo – le dijo – y se marchó

El resto de la historia es fácil de intuir: el capataz sembró, cultivó y cosechó de acuerdo a lo que ya estaba definido y en poco tiempo los campos rebozaban de hermosos cultivos y frutos.

El hacendado estaba feliz – no debí haber invertido, se dijo, bastaba con empoderar al capataz -

Varios años después, sin embargo, la situación era diferente. Al no haber renovado la tierra, rotado los cultivos, cuidado el suelo, etc., los campos comenzaron a perder su productividad. No se había reinvertido, se necesitó nuevamente de fungisidas y peticidas, la maleza afloraba por todas partes.

Desesperado el capataz optó por lo que hacían años atrás y el agricultor les había prohibido que hicieran: quemaron los restos de la cosecha en las mismas parcelas. - En su tiempo funcionó muy bien – decía – antes que nos complicara la vida ese agricultor.

La solución fue peor aún, los campos ya cansados perdían rápidamente su capacidad de recuperación y los cultivos decrecían cada vez más. En muy poco tiempo la hacienda perdió su resplandor y su poca productividad se vio, aún más, mermada.

El hacendado estaba en su oficina en la ciudad y meditaba el asunto, pasó su vista por su oficina y descubrió entre varias pilas de papeles los viejos planes que le había entregado el agricultor. Cuidadosamente los tomó, los desempolvó y comenzó a leerlos, ahí estaba todo: los planes de preparación, rotación, reinversión, cuidado, etc.

Consideró sus pérdidas y pensó en el agricultor, se dio cuenta que él también habría perdido mucho, rápidamente estimó sus perjuicios y encontró las causas.

- Hubo errores en ambas partes – concluyó.

Y para que nunca se le olviden a él ni a sus sucesores escribió en el primer papel que se le puso enfrente, con la letra mejor definida que pudo:

(continúa en la siguiente página)

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