Tercera parte: Los ojos y el espíritu

Vanessa ahora miraba al suelo, una lágrima rodaba por su mejilla

- Es muy linda la historia, pero muy triste, y lo más triste es saber que no me amas a mí, es a su recuerdo, es a lo que no pudiste tener.

René sonrió, y le tomó del rostro

- Bonita - dijo - déjame terminar, ahora comprendo que todo tiene un por qué:

- Hace algún tiempo yo me encontraba, al pasar, una cabecita tierna y una sonrisa dulce, en esa época yo nunca hubiera imaginado que iba a suceder... la historia que te acabo de contar había quedado olvidada hace más de 20 años en unos papeles de cuaderno manchados con café.

- La primera vez que cruzamos algunas palabras algo me sonó familiar, no sabía qué. Me inquieté, pero no podía descubrir que era...

- Luego esa reunión de trabajo, y luego una extraña dulzura aparecía cada vez que te veía: bah! Es linda y dulce - pensaba - pero nada más…, un día almorzamos juntos y fue ahí que descubrí tus ojos, no puede ser me dije, y recordé...

- Pero no podía ser posible, fue una despedida poética sí, pero al final eran palabras de amor, nada más. Al final, yo había vuelto, tuve varias parejas, me rompieron el corazón, rompí algunos, - lo usual - ¿no? Me casé tuve unos hijos fantásticos, me enamoré perdidamente de ellos y nunca, nunca había vuelto esa sensación ni esa historia.

- Me preguntaba, ¿será que estoy solo y me asalta esa vieja fantasía? No, no era eso, me gustaba estar solo, buscaba la soledad.. ¿Sería que estaba desvariando y estaba aún enamorado de esa chica?

- No, tampoco, si ni aún ahora recuerdo su rostro. Lo que conservo es lo que vivimos, las palabras y el sentimiento de ese día, nada más, es como si ella mismo se hubiese desvanecido para mi.

- Busqué fotos de la época y no encontré ninguna que se le pareciera, y entonces volvieron las palabras, volvió el sentimiento y volvieron mis promesas, buscaba su recuerdo y solo veía tus ojos, cerraba los míos y ya solo sentía tu alma, muy adentro de mi.

- No es posible me repetía, no es posible, volvió la historia de la moto, volvieron las ansias de escribir y un día, o más bien una noche me dije: ¿por qué no? Dejé de resistirme, al final, yo lo prometí, sentía una fuerza irresistible, casi una orden que me decía: búscala, recuerda lo que prometiste…, esos ojos, ese espíritu, no puedes estar equivocado.

- Y es eso lo que pasó, te busqué,... ahora sí júzgame todo lo que quieras, dime que estoy loco, dime que soy un idiota o todo lo que quieras, solo no me digas que no sé qué es lo que siento o que no sé lo que es amor.

Vanessa lloraba, pero sus ojos habían recuperado el brillo, la noche había caído, habían olvidado prender la luz, y, sin embargo, así la habitación aparecía clara.

Aún un poco temerosa, extendió su mano, tomó su rostro y dijo:

- Bonito ….

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